El reciente intercambio de reclamos entre República Dominicana y Haití, incluso de las autoridades, luego del incidente de violencia en el que dos personas, una de cada nación, resultaron decapitadas, demostró no sólo el constante flujo de informaciones erradas y manipuladas entre los dos países, sino también la hipersensibilidad que persiste en ambos pueblos.
Cuando el 8 de mayo pasado un grupo de organizaciones civiles y representantes empresariales protestaron frente a la embajada dominicana en Haití en demanda de justicia por la decapitación en medio de algarabía de Carlos Nerilus, un indocumentado haitiano en Herrera, en el país se propagó de inmediato la información errada de que la violencia se había apoderado aquel día de la sede diplomática, que uno de los manifestantes había muerto en enfrentamientos con la policía y que dos mujeres dominicanas habían sido asesinadas sólo horas antes. Ver Más